domingo, 4 de agosto de 2013

La matriarca Linera: “no estamos en el poder, el Álvaro es el vicepresidente, ese es su trabajo.”


El nombre del vicepresidente, Álvaro García Linera se lee y se escucha completo en los periódicos y en los actos oficiales. No es que su apellido sea compuesto, sino que el Linera, por parte de madre, es muy importante para él y para sus hermanos, tal vez porque el matriarcado de Mary Linera caló profundamente en sus vidas y dio forma a la esencia de quienes son hoy.


No por nada, el segundo hombre del Gobierno que abraza las ideas de Marx y que fue parte del ejército guerrillero Túpac Katari (EGTK, guerrilla de Bolivia de ideología indigenista y maoísta), nunca perdió el estilo y los modales en la mesa, algo en lo que su madre siempre insistió vehementemente.

La dama octogenaria y centro de sus vidas, usa perlas en el cuello y las orejas, rubor en las mejillas y zapatos en punta de taco medio cuando está de gala. Cumplirá 83 años el día de Navidad y goza del amor que raya en la veneración de sus cuatro hijos: Mary Carmen (55), Raúl (54), Mauricio (52) y Álvaro García Linera (50).


Sobre ella, Mauricio, su tercer hijo y médico neurólogo, confiesa: “Fumó toda su vida y cuando le dio neumonía en 2009 se le prohibió volver a poner un cigarro en su boca, pero nos dimos cuenta de que tenía un estrés loquísimo. Entonces nos preguntamos ¿cuánto tiempo más va a vivir la mamá? Que viva bien, si tanto le gusta, que fume. Hablamos con su doctor y desde entonces le permitimos fumar dos cigarrillos al día y ¡cómo los disfruta!, claro que no se los acaba, los enciende y los apaga… como para darle larga vida al pucho”.

Esa tal vez fue la única debilidad que Mauricio dejó entrever sobre su madre, una mujer profundamente católica que nació en una familia de la aristocracia cochabambina, orgullosa de su estirpe y que en la vida adulta tuvo que aprender a trabajar para mantener a sus hijos.


Por lo seguido que nacieron sus vástagos (un par de mellizos fallecieron a los meses de nacidos) da la impresión que la familia habría seguido en aumento, pero cuando los chicos eran todavía muy pequeños, su padre, Raúl García Suárez, abandonó la casa familiar. Mary, no se casó nunca más.

Mauricio, sentado en el consultorio número 10 de la Clínica Los Olivos en Cochabamba, se tomó la hora del almuerzo para hacer algunas revelaciones sobre su progenitora y habló por casi tres horas.

Revivió el pasado, con sus penas y glorias, facilitó un perfil de Mary Linera y sin querer, de él mismo y de sus hermanos, dos de los cuales están en el Gobierno, Raúl como directo colaborador de su hermano menor y este último como el segundo hombre del país, del que se dice en muchos círculos que pasan por su persona las decisiones más importantes.

Mauricio tiene menos canas que el benjamín de los García Linera, el político, pero el mismo dejo al hablar. No fue su yunta en los asuntos ideológicos, pero acabó acompañándolo en la cárcel, al igual que Raúl.

Llegó a la conclusión de que su madre vivió tres puntos de inflexión en su vida. El primero, haber sido huérfana; el segundo, el alejamiento de su esposo, que cree fue el único amor de su vida; y por último, sufrió con tres hijos en prisión acusados de insurrección y terrorismo.
Como resultado de todo esto, Mary Linera es la mujer estoica, objeto de su admiración común hasta el día de hoy.
La mujer

“Ella es cochabambina neta, su padre era español, Linera de Calatrava. Es muy ‘pagada’ de sí misma, de su apellido”, contó Mauricio, el único hijo varón que le queda en Cochabamba.
Apuntó que a los meses de nacida se quedó sin madre y cuando cumplió seis años, fue huérfana de padre. Su abuela la crió con todas las comodidades de la alta sociedad. “Ella nos contaba que cuando era chica (por los años 30) estudiaba en el colegio Irlandés. Su uniforme era almidonado y negro, se ponían velo para oír misa la primera hora, luego rezaban el rosario y recién iban a clases.

Las alumnas estaban prohibidas de hacer cualquier escándalo en la calle, bajo riesgo de expulsión.


Con esta introducción dejó claro que la señora es muy católica y que siempre les inculcó la sensibilidad social. “Nos enseñaba que hay que dar. Recuerdo una vez que nos compraron un par de zapatos Manaco a cada uno para el colegio y mi hermano Raúl no los estrenaba, pensamos que era de tacaño y como al quinto día la mamá le exigió que se pusiera los nuevos, ahí fue cuando descubrió que los había regalado a un canillita. Para que no le pegue, Raúl le argumentó: ‘tú nos has dicho que no hay que regalar lo que no sirve porque entonces no hay mérito’. Con eso le ganó la moral, aunque no estábamos para botar las cosas”.

Precisamente no eran buenos tiempos, pasaron penurias económicas y Mary fue la que más sintió las diferencias, pues de soltera jamás supo lo que era una carencia. “Nunca llevó dinero consigo, cuando compraba algo solo firmaba, luego su abuela mandaba cancelar sus gastos porque una dama no debía manejar dinero”. De los lujos pasó al extremo de no tener un centavo en el banco y empezó a trabajar en el hospicio con los sacerdotes, ganando muy poco.
Pero los buenos modales y algunas costumbres de gente acomodada prevalecieron. “Era tan estricta en varios aspectos. Nos sentaba en la mesa y al que comía mal, hablaba al masticar, ponía el codo en la mesa o no sabía agarrar bien el cubierto, lo mandaba al tercer patio. Repetía que la gente se conoce en la mesa, al jugar y al comer, porque el que hace trampa es un mal hombre y el que no sabe comer no tiene buena educación”.

Y fue precisamente este rasgo el que llamó la atención de Raquel Gutiérrez, la primera esposa de Álvaro: “Me dijo que allá en la Unam lo había cachado a Álvaro porque no se explicaba cómo este guerrillerito comía tan bien. No encajaba”. En este punto de la conversación Mauricio se pregunta: “¿Por qué la izquierda tiene que ser de barba, abarcas y de chuspa?, ¿por qué el comunista tiene que ser un tipo de mal vivir?, ¿no puede ser de corbata? Tengo la idea de que la izquierda tiene que ser elegante, aristócrata, ¿por qué no? si estamos hablando de ideas”.

Debacle familiar
“Mi padre era militar y dejó de serlo cuando sobrevino la revolución del 52 y se lo llevaron preso, estuvo tres años en Coro Coro, entonces estudió Derecho. Él tenía su tendencia falangista. Cuando se casaron y vinieron los hijos, ninguno de los dos trabajaba, no lo necesitaban. Tuvieron una vida muy buena, tranquila y de pronto vino la debacle familiar. Mi papá se fue a La Paz a hacer un negocio, porque ambos vivían de sus rentas, del dinero del banco, pero no volvió. No se separaron en el estricto significado de la palabra, simplemente no volvió (era el año 64)”.
Aquí es cuando el dinero de Mary Linera se acaba y ella aprende una gran lección de vida. “Después de eso mamá nos decía que cuando tienes tanto y un día no tienes nada, te duele mucho. Un día le pregunté ¿qué hiciste con toda tu plata?, no sé, me dijo. Ella creyó que iba a durar para siempre”.
En el año 66 Mary empezó a trabajar como secretaria en el hospicio con los sacerdotes y luego lo hizo en la Corporación Boliviana de Fomento. “Trabajó en lo que ahora es Guabirá y llegó a gerentar la oficina de Cochabamba. En esa época nos fuimos a vivir a el Prado, a la casa de una tía de mi mamá, esos fueron los mejores años. La alameda era nuestra cancha de fútbol, éramos muy felices”.
Y cuando Mauricio hurga un poco más en la memoria afirma que su madre jamás les habló mal de su papá. “Yo creo que todavía lo esperaba, pero fue muy dueña de sí”.

Los chicos crecieron
Fueron tiempos de crisis económica, pero también muy felices. “Mamá nos contaba muchas historias de mitología griega y algo de geografía, siempre nos estaba instruyendo jugando, la recuerdo todo el tiempo con un libro sobre la mesa de noche y advirtiéndonos: “Es muy complejo leer a Nietzsche”.
Al final de la adolescencia Raúl salió bachiller del colegio Don Bosco y se fue a estudiar a México. Álvaro y Mauricio egresaron del San Agustín.
Previo a ello, el padre mandó pedirlos. “Le dijo a mamá: ‘Me quiero llevar a los chicos’ y nos fuimos los tres hombres a La Paz. Conocimos gente muy bonita, luego nos volvimos, solo estuvimos dos años”.


Mauricio reconoce sin reparos que Álvaro era el adulado. “La mamá le daba mucho más dinero desde niño y él era el más tacaño de nosotros, era el que más ahorraba, tenía más canicas y libros que todos. Mamá celebraba aquello y cuando yo le reclamaba por qué no me daba lo mismo que a Álvaro me decía: “Porque él produce…está alimentando el intelecto”.
También asegura que el político del MAS era el más conquistador de los tres. “Era un enano, le decían ‘Petete’ por ser el más chico del curso, pero en cuarto medio se estiró y llamaba mucho la atención, tenía una cara muy bonita, de chiquillo tenía cara de mujer, era bien simpático”.


A pesar de las flores que le lanzó Mauricio, reconoció que su hermano menor no ha tenido muchas chicas en su vida. Eso sí, era enamorado y fanático de la cantante rubia del grupo Abba.
La primera novia formal fue Raquel Gutiérrez, una matemática mexicana que llegó con Álvaro después de la universidad, con la que se casó aquí.
“Ella nos contaba que allá usaba el cabello largo y se vestía de verde, como un guerrillero y es que desde chango leyó a Marx. En el colegio desbarataba a los profesores, era brillante, leía mucho y a todos nos dejaba chicos porque dominaba conceptos que no conocíamos”.


Los años de juventud los corrieron a bordo de una moto. “Mi tío tenía una Honda 300 antigua, Álvaro la manejaba y yo tenía una nuevita. El más chiquito conducía la moto más grande”.
Sin duda, Mary le tenía mucha fe al menor de sus hijos, al punto de que le aceptó que estudiase matemáticas, a pesar de que quería que sea ingeniero. “Le dijo, hijo lo que tú quieras, pero

¿de qué vas a vivir?”.
Y no le pesó, sus notas fueron excelentes, al menos así recuerda Mauricio: “Era la época de la UDP (hiperinflación), mis hermanos en el exterior tenían que mandar sus notas para que pudiésemos comprar dólares y enviárselos a México para que subsistan. Las notas de Álvaro eran de 97, era muy buen alumno”.

La cárcel
Álvaro García Linera fue detenido durante un intento de destrucción de torres de tendido eléctrico en una zona rural cercana a la ciudad de La Paz. La acusación nunca fue comprobada, tuvo prisión preventiva durante cinco años hasta julio de 1997; el juicio no progresó y el delito prescribió en 2006.


Como él, sus dos hermanos también fueron acusados, primero Raúl, luego Mauricio y por último Álvaro. “Mamá nunca derramó una lágrima ni hizo un sainete, un escándalo. A mí también me tomaron preso solo por ser el hermano, yo estuve en prisión un año, ellos cinco”.


Una vez más Mary mostró de qué estaba hecha. “Fue a su encuentro con Raúl y este cojeando y lagrimeando recibió sus caricias en la cabeza, pero al mismo tiempo ella le dijo al oído, tú no lloras. Fue realmente estoica, apoyada en su fe; otra madre habría gritado mi hijo es inocente”. Así fueron los siguientes años de Mary, de peregrinaje cada 15 días, desde Cochabamba hacia La Paz, primero a Chonchocoro a ver a Raúl y a Álvaro, al día siguiente se dirigía a Obrajes a ver a sus nueras Raquel Gutiérrez y Silvia Alarcón (esposa de Álvaro y Raúl, respectivamente, que también fueron apresadas) y luego a San Pedro a ver a Mauricio.


“Guabirá la apoyó en esos días negros, fueron muy conmiserativos con ella y entendieron sus ausencias por los viajes. Por cinco años hizo el peregrinaje, siempre con la ilusión de que sus hijos salieran libres, alentándolos, nunca reprochándolos”.

Elecciones presidenciales
“El 2005 ninguno pensó que iba a ganar el Evo, ni siquiera Álvaro. Estábamos en la casa de mi hermana, mientras que Álvaro y Raúl en La Paz, cuando dieron la noticia de que ganó el MAS con el 54%, de verdad que no salíamos del asombro, por cierto, todos votamos por él. Yo no me meto en política, pero lo apoyo cien por ciento, incluso voté por él en 2002. Ese día del triunfo mamá me pidió que abriera un buen vino y nos llamó a rezar. Todos agradecimos por lo que estaba pasando, esa fue la primera vez que escuché de ella pedirle a Dios que Álvaro hable con su boca, que piense con su cabeza y que camine con sus pies”.


Recordó que brindaron, pero no hubo mayor alharaca, no salieron a la calle ni algo parecido. “Antes de saber los resultados, Álvaro me dijo: ‘Si perdemos, que sea con la misma dignidad de siempre’. Yo le pregunté ¿tú crees que vamos a perder? No sé, me respondió, pero subrayó que conservemos la dignidad”.


En esta parte del relato, Mauricio retrocede en el pasado, enduró sus facciones y la voz tomó otro cariz para decir: “A mi hermano lo han torturado cinco días, le han puesto agujas en sus uñas, le han sacado la mierda, tenemos su declaración y algún día la vamos a enmarcar, ahí dice: ‘Se niega a declarar’, eso es porque era un convencido de lo que creía. ¿Ustedes creen que si tuviera un millón de dólares como dicen, seguiría aquí? Dicen que es socio de San Cristóbal, que mi hermana es socia de Toyosa, pero bueno…” Hace una mueca y se encoge de hombros.
Ahora su rostro vuelve a relajarse y empieza a hablar del acto de posesión de 2006. “Estábamos en el taxi y le dije a mi madre, hace 14 años tenías a tus tres hijos presos y a tus dos nueras también, ¿qué pensabas? Ella me respondió que era una prueba del señor y cuando la interrogué sobre cómo se sentía ahora, el día de la posesión de su hijo en la que aquellos que lo querían matar le hacen paso de parada y le rinden honores, me sorprendió. Esperaba que me dijera Dios me la debía, porque yo he sido muy estoica, porque nunca he perdido la fe, pero ella me repitió lo mismo: ‘Es una prueba del señor, que lo haga bien’, con eso me fulminó”.

LAS FECHAS DE ÁLVARO

1962. El 19 de octubre de ese año nació Álvaro García Linera, bajo el signo de Libra.

1981. Se fue a México a estudiar para convertirse en matemático. Terminó en 1985.

1992. Fue preso por insurrección y terrorismo siendo miembro del ejército guerrillero EGTK. Cinco años después salió libre, el juicio no progresó por falta de pruebas y en 2006 prescribió.

2005. Ganó, junto con el líder indígena y cocalero Evo Morales, las elecciones nacionales y se convirtió en vicepresidente del Estado.

2012. Se casó en segundas nupcias. La elegida por su corazón fue una presentadora de noticias casi dos décadas menor que él.


Y cuando llegó la Navidad asegura que a ninguno se le pasó por la mente ir a celebrar al Palacio de Gobierno. “Como dice mi mamá, no estamos en el poder, el Álvaro es el vicepresidente, ese es su trabajo. Sé que está orgullosa de él, hasta ahora lo busca cada vez que prende la tele”.

Fin del largo solterío
Después de la cárcel, el menor de los García Linera se separó de su esposa, tampoco tuvieron hijos porque no quisieron, según las propias palabras de su hermano, por la guerrilla, porque eran otros sus planes.

En 2011 una revista paceña anunció que la presentadora de noticias Claudia Fernández estaba construyendo una relación con el vicepresidente del Estado y al año siguiente, en septiembre, la pareja se desposó.

Como era de esperarse, a Claudia la conocieron antes de la boda. “Claudia es muy amable y cariñosa con mi mamá y le cayó muy bien, porque ella ya estaba preocupada, decía Álvaro está muy solo. Ahora creo que les estorbamos” (risas).

Según Mauricio, su hermano menor debe tener por lo menos un hijo para cumplir con la pirámide de nietos. “Mary Carmen tiene cuatro hijos, Raúl tres, yo dos, entonces Álvaro debe tener uno. Ya hay presión para que llegue la guagua de Álvaro”.

Genio y figura
Privilegiada en su infancia y juventud, esforzada y estricta en su vida adulta como madre y padre de cuatro hijos, Mary Linera nunca cambió su naturaleza.
“Una vez fuimos a una cena y una invitada se acercó a preguntarle: ¿Esas tus perlas son cultivadas? Sí, le respondió mamá y cuando se las quiso tocar se apartó. Cuando nos fuimos de la recepción ella me confesó: Estas perlas me las he comprado en el mercado de La Cancha, pero te parecían las perlas más finas porque todo depende de quién las usa, hijo”





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