domingo, 24 de mayo de 2020

"Álvaro Garcia Linera, La potencia plebeya: acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia"


Además de vicepresidente y “copiloto” de Evo Morales, Álvaro García Linera es uno de los intelectuales más destacados de Bolivia, lo cual lo ubica inmediatamente como intérprete del complejo proceso político y social iniciado el 22 de enero de 2006, con la llegada al gobierno del presidente Evo Morales Ayma, el primer indígena en dirigir las riendas de esta nación andino-amazónica, en la que el 62% de sus habitantes se autoidentifica como parte de un pueblo originario, mayoritariamente quechua y aimara. En efecto, Morales lo convocó en 2005 para acompañarlo en el binomio presidencial (luego de un primer intento de buscar un “empresario nacional”), por considerarlo un “puente” —y un traductor, como a García Linera le gusta presentarse a sí mismo— entre los campesinos e indígenas, y las clases medias urbanas, reacias a votar por un campesino formado en la escuela sindical, con un bachillerato de provincia como única credencial educativa, pero más abierta a aceptar a un dirigente cocalero acompañado por “un hombre que sabe”, como rezaba uno de sus afiches de la campaña electoral de 2005. A más de dos años de su llegada a la vicepresidencia, nadie puede afirmar —con evidencias serias— que García Linera sea el “cerebro” del gobierno, pero ello tampoco puede ocultar que este matemático y sociólogo autodidacta, seguidor entusiasta del sociólogo Pierre Bourdieu (a quien cita a menudo en entrevistas periodísticas y académicas), tiene en la nueva administración boliviana un perfil que lo aleja de la intrascendencia que históricamente tuvo el cargo de vicepresidente. De hecho, casi no utiliza su despacho en la vicepresidencia, y desempeña sus labores en una oficina más modesta, pero a escasos pasos de la del jefe de Estado, en el Palacio Quemado de La Paz.


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