Al menos 200 kg de filete de vacuno, y la mitad de pollo y cerdo y otros tantos de pasta tallarín fueron necesarios para cocinar los 4.000 platillos de ají de fideo con que los esposos flamantes Claudia Fernández y Alvaro García Linera obsequiaron el sábado a sus invitados en la Plaza de Armas de ciudad de Tiawanacu, a 71 km de La Paz, donde se unieron en matrimonio.
Se trata de una de las comidas más típicas de la gastronomía de los andinos bolivianos, dominada además por el ají amarillo de vaina, un fruto que, molido, se ha vuelto poco menos que indispensable en la culinaria criolla en gran parte de Bolivia.
El ají de fideo que los flamantes esposos ofrecieron a sus invitados demandó, entonces, más de 50 libras de este fruto picante molido, que los gastrónomos descendientes de españoles introdujeron en la dieta de los bolivianos entrado el siglo XIX.
El platillo, que acaparó la atención de las cadenas de la televisión internacional, exigió unas 50 cargas de papa (patata) recién cosechada en el altiplano boliviano.
Y poco menos que la mitad de cebolla y tomate picado, previamente fritos en aceite, y un cuarto de esta última cantidad de zanahoria. Lo mismo, sal, pimienta, orégano y comino molido.
Insumió, asimismo, miles de arvejas, unos 1.000 litros de agua hervida, una alfombra de quirquiña, una hojilla verduzca que fructifica sobre los 3.000 m de altura y que los cocineros bolivianos la utilizan, por su aroma y retrogusto en el paladar, como especie, tal cual los peruanos emplean el cilandro para matizar el inigualable ceviche de pescado.
El ají de fideo, una suerte de caldo más bien pesado, lanzado a la fama internacional junto a la boda en ritual andino ancestral de García Linera y Fernández, es la ‘Delicatessen’ del paladar del novio, cuya boda con la esbelta y rubicunda Claudia agitó la adormilada farándula boliviana.
La gastrónoma Elena Olivera estuvo de pie desde media noche del viernes al sábado para hacer marchar un ejército cocineros, ollas, cocinas y fogones.
Los cocineros convocados por Olivera se han pasado las últimas horas dando forma miles de dedillos de papa y astillas de quirquiña. También poniendo la carne en cubos de 2 y 3 cms cuadrados.
Ese fue el platillo fuerte de ‘La Boda del Año’ en Bolivia, como la designó la prensa del corazón y de la que ningún medio en el país se ha sustraído.
El ají de fideo, un plato fuerte por su alto contenido en hidratos de carbono, está en la olla hasta del boliviano más humilde, que ha aprendido a potenciar sus efectos con la consabida llawjua, una salsa de tomate con un fruto poco menos que combustible, el locoto.
Los anfitriones sirvieron además una serie de pasabocas muy típicos en la dieta de los indígenas andinos de Bolivia.
La mayor parte de los bocaditos se cocinaron en base de quinua, el grano andino riquísimo en sabor y más aún en proteínas, cero grasa, que los campesinos indígenas de los Andes han aprendido a exportar a Asia, Estados Unidos y Europa.
El ají de fideo fue servido en una cerámica cocida en hornos de barro, cerca de Tiawanacu, al estilo de los ceramistas de hace 4.000 años.
Un artesano entrevistado por la Red Uno, cuya plantilla de periodistas integra la desposada Claudia Fernández y que transmitió en vivo e ininterrumpidamente el acto por lapso de 3 horas, dijo haber soplado vidrio y esmerilado juegos de vajilla para la ocasión.
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