El vicepresidente Álvaro García Linera se casó ayer con la presentadora de televisión Claudia Fernández en una ceremonia tradicional en Tiwanaku.
“A partir de ahora son uno, en vano van a querer separarse”, dicen Francisco Balboa y Eulalia Guanacuni a Claudia Fernández y a Álvaro García Linera mientras pasan una cuerda por sus cabezas. Cuando el amauta termina de amarrar ambos lados del lazo le habla a la comunidad: “Ahora hemos unido a este joven y a esta dama. Que sea un buen día, un buen tiempo, una buena época”. Eran las 10:48 y Álvaro y Claudia acababan de convertirse en chacha warmy (marido y mujer, en aimara).
La boda ‘popular’ del vicepresidente del Estado y de la presentadora de televisión transformó a Tiwanaku en el centro de la atención del país por unas horas. Políticos, empresarios, autoridades, embajadores, modelos y autoridades originarias se dieron cita en el templo de Kalasasaya para ser testigos de lo más parecido a una boda real que ha tenido Bolivia en su historia.
Los correteos comenzaron temprano, como en cualquier boda. La tribu de turistas que generalmente ocupa Tiwanaku los fines de semana había sido remplazada por policías, funcionarios de Vicepresidencia y un ejército de periodistas que había llegado de madrugada para cubrir el evento. Claudia ya esperaba a su novio y había dormido en el pueblo. Álvaro, en cambio, había permanecido en La Paz y se dio tiempo incluso para sostener alguna reunión con el presidente y los premios nobel Rigoberta Menchú y Adolfo Pérez Esquivel en Palacio.
Adentro de Kalasasaya, lejos de la vista de los curiosos, los encargados de protocolo acomodaban sillas, vallaban ingresos y separaban a los invitados populares de los invitados especiales. Solo 250 personas tuvieron acceso a la ceremonia.
El resto, el pueblo, se quedó al frente del escenario.
Cita. El pueblo se volcó a la plaza principal de Tiwanaku, donde bailó, comió y bebió
A esa hora, a las 8:40, los primeros invitados comenzaron a llegar, mientras se escuchaba: “No se olviden de que esto es una boda”, sugería una funcionaria de la Vicepresidencia a los periodistas, que estaban reclamones por el despliegue y la ‘exclusividad’ que esgrimía el canal donde Fernández trabaja como presentadora. “De las tarimas no se pueden mover, sino la seguridad actuará”, amenazó.
Cuando llegó el crítico de modas Sixto Nolasco, de terno y aguayo, no faltó un invitado de honor que soltó: “Ahí llegó el que va a gritar me opongo”. Poco más allá, sin posibilidad de escuchar el insulto velado, estaba Pablo Groux, ministro de Culturas y concuñado del vicepresidente, que no paraba de coordinar los detalles del matrimonio. En el centro del templo ya había una treintena de amautas y mamatallas preparando la ceremonia. Habían prendido ofrendas a la madre tierra y al padre sol llenando el aire de un olor dulzón a incienso, mientras un grupo de 10 músicos completaba el ambiente con sonidos de quena, charango, guitarra, zampoña y tambor.
La pareja ya en la bendición final con la Puerta del Sol de fondo.
En ese momento llegó el invitado principal, Evo Morales, encorchetado del brazo derecho con Rigoberta Menchú. “La vida perdura porque dos fuerzas se unen”, se escuchó a través de los parlantes y el vicepresidente ingresó al sitio arqueológico desde el Museo de Tiwanaku. Vestía un traje tan parecido a la primera posesión de Morales como presidente del Estado que una mujer comentó que tal vez se lo había prestado el presidente. Recto, con rostro sereno, se paró frente a los amautas a las 10:20 y esperó solo 10 minutos a su novia, que lucía un vestido de un tejido blanco que, de lejos, daba la sensación de suavidad extrema. Tenía un cinturón de aguayo y una mantilla del mismo color del vestido. Llegó sonriendo, entre aplausos y fue recibida con un gesto de cortesía por el vicepresidente.
Había comenzado el jatuchawi (unión de dos, en aimara) y Balboa y Guanacuni daban de beber a los novios agua recolectada de dos ríos que se unen para que ellos también se junten para el resto de sus vidas. La ceremonia se compleó otorgándole un nombre en aimara a cada uno. Desde ayer también se llaman Qana Nayra y Qananchiri; la de ojos claros y el que ilumina, el que sabe.
“Ahora ya son parte de la comunidad, han dejado de ser niños y caminan junto con la comunidad”, dijeron los amautas a los nuevos esposos mientras quemaban ofrendas a la Pachamama sobre la piedra de sacrificios de Kalasasaya. Ahí comenzó el viaje de la pareja. Fueron hasta la Puerta del Sol, luego bajaron las escalinatas del templo para perderse de la vista de la gente por unos minutos en la pirámide de Akapana. Cuando bajaban Álvaro trastabilló y la pareja bajó lentamente, aferrada hasta la base de la pirámide.
Ahí comenzó la segunda parte de la boda, la que se hizo pueblo. Los novios se acercaron a la gente y un grupo de indígenas los rodeó y los sacó del sitio arqueológico. Mientras la pareja se dirigía a la laguna para un paseo en lancha, todo el cuerpo diplomático acortó camino hacia la fiesta preparada en la plaza.
Allí el pueblo esperaba ya a los novios sentados en sillas o en las escalinatas del galpón central. Cientos de platos de cerámica esperaban por el ají de fideo. La pareja de recién casados llegó rodeada de pueblo, banderas y música a la 1:00 y comenzaron a recibir los regalos, felicitaciones de la población. Ambos lucían felices, pero cansados.
La fiesta se extenderá hasta que caiga el sol y hoy vienen los ritos católicos y la celebración privada. Mientras comía un sabroso guiso de fideo picante, un allegado del vicepresidente confirmó que aún deberá esperar para ser uno con Claudia, porque la noche de bodas será hoy y que el lunes ambos volverán a sus labores, Qananchiri a manejar el país y Qana Nayra a presentar noticias.
Visitas. Evo Morales con los premios nobel de la paz, Adolfo Pérez Esquivel y Rigoberta Menchú.
Ceremonia en tres pasos
Margot Laure | Consejo de Amautas y Guías Espirituales
Cada comunidad adapta el rito del jatuchawi a sus costumbres. Por ejemplo, hay comunidades donde los padrinos dan el primer alimento y la primera bebida a los novios y hay otras donde los padrinos dan de comer y beber a la boca durante toda la celebración a los recién casados.
Antes de esta ceremonia, el vicepresidente y su novia han pasado por otras dos. La primera es de limpieza y purificación. En ella dejan de lado los rencores, los egoísmos y los enojos. En ella también reciben toda la energía. La segunda ceremonia es recoger agua de dos ríos que se juntan. El agua la beberán luego, simbolizando que unirán sus vidas.
No hay separación en nuestro paraíso, por lo que esta unión deberá ser de por vida. Si se separan, recibirán un castigo de las pachas, las machas y de todos los achachilas.
Durante la boda también se quemarán dos placas de bendición a los novios. Una es para que tengan trabajo, negocio, suerte, dinero y salud. La otra es para que tengan buena mano, buena suerte y buen dinero. Es para que sean humildes y caminen con buen corazón.
Lo curioso & lo llamativo
Ofrenda para la fertilidad y la cosecha
Álvaro García Linera ofreció alcohol a la madre tierra (pachamama) y Claudia Fernández vino, mientras un feto de llama también era parte de la ofrenda que sirve para pedir fertilidad y que no falte jamás la buena cosecha.
Menú para las masas y la pareja del año
El ají de fideo fue cocinado desde las primeras horas del día por las pobladoras de Tiwanaku. El vicepresidente y su esposa lo comieron pasadas las 13:00. Ambos eligieron ese menú por ser un plato popular entre la clase trabajadora paceña.
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