Publicado en Los Tiempos
Las críticas a Álvaro Marcelo García Linera (1962) se quedan en la epidermis de este personaje cochabambino, egresado del Colegio San Agustín, graduado en Matemáticas en la UNAM y profesor de la Universidad de San Andrés, con alrededor de 40 títulos en Ciencias Sociales y Políticas. Por eso, porque muchas de esas críticas me parecen injustas, he preparado este resumen de un texto mayor que figura en mi libro “Biografías Urgentes”, de Editorial Kipus.
Álvaro es un teórico marxista cuya estatura intelectual es valorada por autores como Enrique Dussel, Bolívar Echeverría, Boaventura dos Santos o el húngaro Itzván Mészáros. Pertenece a esa generación de estudiosos de un Marx desconocido, cuya obra ha sido mal conocida en América Latina a través de traducciones no siempre fieles, cuando en el idioma original apenas se ha editado un 50 por ciento de sus obras completas.
Esas lecturas tradicionales, “manualescas”, como las llama García Linera, son culpables del economicismo, del materialismo mecanicista y de otros reduccionismos del pensamiento de Marx; no dan cuenta del excesivo celo crítico del gran economista y filósofo alemán, que escribió El Capital cuatro veces y dejó, aparte de los célebres Grundrisse (1857, 900 páginas), un conjunto de manuscritos publicados en 2.400 páginas, que corresponden al período1861-1863, en total seis tomos publicados en alemán no hace más de 20 años, objeto de un seminario de una década de estudios en México, cuyo producto son cuatro tomos que sólo se encuentran en castellano y fueron producidos por intelectuales latinoamericanos.
Así lo confirma Enrique Dussel al contar que visitó a García Linera en la cárcel, donde éste permaneció en el período 1992-1997. La reclusión de Álvaro en Chonchocoro fue propicia para la lectura. “Claro, qué más puede pedir un investigador si la penitenciaría tiene comida gratis y tiempo”, recordó ya siendo Vicepresidente. Allí escribió Forma valor y forma comunidad.
“Es como el ADN de mi pensamiento. Es demasiado abstracto. Siento que mis otras obras son derivaciones de éste”. Chonchocoro le sirvió asimismo para conocer más la naturaleza humana. “En la cárcel uno puede ver todas las miserias y virtudes humanas como en un microscopio. Allí lo vi todo y entendí mejor al ser humano. Ahora puedo asumir cualquier cosa de las personas con paciencia franciscana, y lo que hacen no me sorprende mucho, ni lo bueno ni lo malo, porque se me vuelven las cosas muy previsibles”. En Chonchocoro leyó alrededor de mil libros y escribió tres, según recuerda.
La reclusión en la cárcel, común en la vida de un revolucionario, fue una época que nuestro biografiado aprovechó para leer al Marx desconocido. Como dice Dussel, “Hay que conocer la tradición filosófica pero también estar en contacto con la realidad, y sólo así surge una chispa y se hace un corto circuito. Así nace la teoría.”
Sin embargo, hay otra impronta en su formación intelectual que es inseparable de sus convicciones marxistas: es la lucha concreta en el seno de una organización indígena y el interés creciente sobre éste y otros movimientos sociales, que lo llevaron a escribir una de sus obras más importantes: la Historia de los Movimientos Sociales en Bolivia.
Éste fue el resultado de incorporar a su formación intelectual el problema colonial y la lucha contra el colonialismo persistente en la República, pero también de su lucha concreta por denunciar el carácter colonial del Estado Republicano, postular el derecho de autodeterminación de las culturas indígenas y la organización y formación de cuadros políticos junto a indígenas aimaras y quechuas.
Éste es el personaje, hoy Vicepresidente del Estado Plurinacional, que hoy contraerá matrimonio en Tiwanaku y mañana en la Iglesia de San Francisco, de La Paz, con la periodista y presentadora de TV Claudia Fernández. Como cronista de la ciudad, quiero hacerle llegar a este distinguido intelectual y a su flamante esposa nuestros mejores deseos de felicidad y larga vida juntos.
El autor es cronista de la ciudad
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