lunes, 10 de septiembre de 2012

Promesas de amor y fidelidad, en una boda para el pueblo

Publicado en El Deber
Cuando Álvaro García Linera y Claudia Fernández salieron de la iglesia San Francisco, una mujer soltó unos globos blancos que se elevaron al cielo. El vicepresidente y la presentadora de televisión ya eran marido y mujer ante el Dios de los cristianos y Álvaro paseaba a su esposa ante la gente que había llenado la plaza de los Héroes para saludarlos. Aplausos, gritos de felicitaciones y bendiciones le caían a la pareja desde la tribuna.

Desde la mañana, el pueblo había llenado la plaza para ver a un marxista, al hombre que en la cárcel estudió e interpretó línea por línea El Capital, jurar amor eterno ante un altar católico. Se colocaron parlantes y una pantalla gigante para acercarle a la gente un acto que, por lo general, es compartido solo con amigos y familiares.

A una hora de la ceremonia, Claudia era maquillada por el equipo de Gloria de Limpias en la habitación 1004 del hotel Gloria. Desde allí, mientras el maquillador le ponía base en el rostro, podía ver a la gente aglomerada alrededor de la plaza San Francisco.

En la plaza, la seguridad gubernamental servía de cernidor para los que tenían invitación, los periodistas y el pueblo. El protocolo era estricto: los invitados políticos (autoridades, jefes de partido, ministros y empresarios) fueron ubicados de la mitad para atrás del templo, mientras que los familiares de la pareja ocupó las primeras filas.



De esa lógica no se salvó ni el gobernador de La Paz, César Cocarico, que llegó con el presidente, Evo Morales, y ocupó el primer banco. Pronto fue levantado por protocolo y reubicado atrás. Así Evo se quedó solo ante el altar y comenzó a sonreír como niño nervioso. Pronto se dio vuelta y comenzó a hablar y bromear sobre los regalos con la familia del vicepresidente.



A las 15:33, Álvaro ingresó en la iglesia acompañado de su madre. Lentamente, escoltado por la música de Bach interpretada por un ensamble entre músicos de la Orquesta Sinfónica Plurinacional y el Conservatorio de Música, el vicepresidente llegó hasta el altar. Dos sillas de madera con tapiz rojo y un banco con cojines para arrodillarse habían sido acomodados debajo de la cúpula de piedra de San Francisco. García Linera lucía un traje negro con un pantalón que le quedaba algo largo. Una camisa blanca y una corbata con distintas tonalidades de rojo completaban su ajuar.


Ceremonia. Los novios se santiguan, siguiendo los rituales católicos en una misa





La marcha nupcial anunció el ingreso de Claudia. Su padre, que peina menos canas que el novio, le dio un beso en la frente y la entregó a Álvaro para que la ceremonia comenzara. Mauricio Bacardit, sacerdote conocido por su compromiso social, celebró la misa. Besó a Claudia en la mejilla, dio un apretón de manos a Álvaro y un abrazo a Evo.

El cura se acercó a los novios para tomar sus votos. “Yo, Claudia Fernández, quiero estar el resto de mi vida con tigo, entregándote el amor eterno que te tengo, estar en las buenas y las malas porque te amo”, dijo la presentadora con la voz quebrada, cerca del llanto.

Los votos del vicepresidente fueron menos emotivos. “Yo, Álvaro García, me comprometo a construir una vida basada en el amor a ti, al mundo, entregando la vida por ti y por todos a los que nos debemos en esta vida”, dijo con cierto tono político.

“Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, les dijo Bacardit, mientras los novios se daban un beso que no duró más de cuatro segundos. Eran las 15:49 y quedaba aún el intercambio de anillos y más de media misa. Claudia, al ponerle la argolla de oro a Álvaro habló de amor y fidelidad. El vicepresidente agregó la lucha a las promesas.

Claudia agradeció a la gente, pidió que uno de sus buqués lo pongan a los pie de la Virgen de Copacabana y el otro lo lanzó a la gente, en el epílogo de esta nuestra ‘boda real’, con cierto aire de superproducción de Disney.

Romance. El novio besa a la novia, siguiendo las tradicionales bodas católicas.

































Amor e ideología, en una celebración mediática
Comunista declarado y católica ferviente, esa fue la unión de los novios Álvaro García Linera y Claudia Fernández, respectivamente, los testigos de la boda afirmaron que el comunista sucumbió a la creencia religiosa de la novia.

Pablo Groux, ministro de Culturas y ahora concuñado del vicepresidente, afirmó que el segundo mandatario dio este paso “por el respeto que le tiene a la fe religiosa de su esposa Claudia, que es profundamente católica”.

Para el viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, César Navarro, quien también se declaró comunista, “cuando Carlos Marx nos habla del opio del pueblo es en 1848, precisamente en momentos históricos y en circunstancias determinadas, creo que los comunistas muchos no somos ateos por naturaleza otra cosa es haber subordinado un eslogan de ser ateo, eso es falso”, explicó.

Para el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, el debate entre ideología y religión “es larguísimo” y dijo que la postura ideológica y filosófica “no está reñida con la fe”, admitió, sin embargo, que “políticamente está claro que desde la perspectiva del materialismo no pareciera existir compatibilidad entre Dios y una sociedad de justos e iguales. Este fue un acto de amor y caridad”, resumió.

La ministra de Desarrollo Productivo, Teresa Morales, hizo suyas las palabras del vicepresidente: “Que no lo hacen menos comunista el estar en esta ceremonia; creo que su convicción política está intacta si ama a la persona y tiene que estar con ella en los ritos que a ella le importan”.


Presentes. El ministro Juan Ramón Quintana y Evo Morales charlan en la iglesia

Como si se tratase de una película
Max Tórrez / Comunicador social
Los protagonistas de la boda del año forman parte de las culturas urbanas y han impuesto sus rituales al contexto cultural indígena de Tiwanaku. Esto es uno de los indicadores de los sutiles mecanismos que subsisten hoy del colonialismo cultural.
La cultura urbana tiene una gran capacidad de expansión gracias a los medios masivos que, por su amplia penetración social, se los considera facilitadores de la transculturación compulsiva. Por primera vez en la historia de la TV en Bolivia una boda fue transmitida por 3 redes nacionales. Por otro lado, hay que reconocer que el novio es producto del liderazgo audiovisual, se hizo popular desde la tribuna de los programas de opinión y, desde el poder, su lenguaje duro para la oposición tuvo que cambiar para hablar dulcemente a su amada. La novia, por su lado, ha crecido desde el ambiente infanto-juvenil hasta formar parte del equipo de noticias de una red nacional. La televisión los ha unido y para las ceremonias de su enlace ha tenido influencia el esquema narrativo de las bodas mediáticas.
En la ceremonia ancestral hemos visto algunos ejemplos del colonialismo cultural sobre las expresiones tiwanacota: trajes estilizados, vehículos último modelo, guardias de seguridad, misses y modelos como invitadas, presencia de estilistas y peinadores, el fideo, personal de protocolo, las botellas de cerveza, la vestimenta de invitados con predominio de trajes urbanos y la misma banda de músicos. Hemos visto expresiones de lo indígena como resistencia cultural en la kispiña, los platos de arcilla, la balsa de totora, los sicuris, campesinos y mujeres indígenas con atuendos típicos, los amautas y sus ritos, los sahumerios y el mismo museo lítico tiwanacota. Si la novia defendía la cultura indígena no necesitaba maquillaje ni peinado pues hubiese ido a la ceremonia ancestral al natural.
El beso en la puerta del sol fue una puesta en escena como en las películas románticas de Hollywood, tan bien producida con un campesino ‘chaperón’ sin abarcas.
Pasaron las tres ceremonias de la boda del vicepresidente y la presentadora de noticias con el sello de la gran industria cultural-comunicacional, que armó su show con un discurso fácil de decodificar como una telenovela que tuvo varios mini-capítulos color naranja en septiembre, mes del amor…y nos demostró que es difícil librarse del colonialismo cultural.






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